martes, 12 de febrero de 2013

La Estrategia Lúdica en la Educación

No es la técnica, ni la metodología, ni el grupo, es uno mismo, el facilitador, quien provoca de un recurso didáctico lúdico el aprovechamiento para el grupo en su máxima expresión. Claro que un grupo donde los participantes son colaborativos y entregados a los objetivos del programa prácticamente se conducen solos, el reto es que un contenido, actitud, habilidad, sea desarrollada en la totalidad de los participantes gracias a una buena interacción vivencial de aprendizaje.
Ya lo menciona Acevedo Ibáñez en sus libros Aprender Jugando, donde en tres tomos de esta obra, nos comparte bastantes técnicas grupales con objetivos claros, el facilitador y su pericia para el control del grupo y la conducción del proceso determinarán el éxito de cualquier recurso ya sea para sensibilizar, para romper el hielo, para trabajar liderazgo, aplicar contenidos, el docente o instructor tiene la responsabilidad de conducir la dinámica grupal.
Acometamos pues la estrategia lúdica con la seriedad y espontaneidad que merece, cuando hablo de seriedad me refiero a su media hora mínima de planeación previa a la sesión, con espontaneidad pretendo dejar patente la flexibilidad con que la cambiante dinámica grupal exige adaptaciones a las circunstancias.
La Estrategia Lúdica implica esfuerzo de planeación, porque para poder divertirnos y aprender es conveniente conocer, entender, comprender, las normas del juego, con las habilidades y conocimientos programáticos involucrados y enfocados claramente a objetivos definidos de competencias y destrezas.
¿Cuántas veces uno o varios de nuestros alumnos o participantes en un programa educativo tienen ganas de divertirse y aprender al mismo tiempo? Definitivamente en mi experiencia, más del 70% de las veces. Como afirma el Dr. José Cruz, la emoción conlleva aprendizaje, aprovechemos las ventajas del movimiento corporal para generar estados de trabajo más productivos en las aulas educativas y de capacitación.
Cada uno de nosotros somos personas con ganas de superarnos, si tenemos que aprender algo nos gusta que sea mediante un proceso accesible, de buena gana y de manera amena. Me he dado cuenta que mientras más estática es una sesión, la percepción general es menos favorable que cuando se aplican estrategias lúdicas bien monitoreadas y conducentes a conclusiones de aprendizaje evidentes.
Con esto quiero manifestar ya una estructura mínima para toda estrategia lúdica que efectuemos en el aula, en primer instancia, evitemos nombrarlas como âdinámicas, nos ha pasado que hemos escuchado decir alguna vez: - ¿qué les parece si hacemos una dinámica? O peor tantito, ¿hemos escuchado decir? -ese maestro conoce muchas didácticas para ponerles a los chavos, la pasan bien, yo quisiera por lo menos acordarme de una didáctica donde fabricábamos una porra.
Evitemos nombrar dinámica a una técnica grupal, no son didácticas, las estrategias lúdicas provocan una dinámica grupal, parten de un enfoque didáctico determinado, y para ser precisos llamémoslas, técnicas grupales, calentamientos, ejercicios grupales, activaciones.
Una estructura funcional en la aplicación de estrategias lúdicas bien monitoreadas implica:
1. Decir al grupo algún beneficio que obtendremos por realizar la técnica grupal
2. Dar una instrucción por tiempo y pedirle a algún integrante del grupo que la repita para verificar que todos sabremos qué hacer y nadie dirá luego: ¿qué dijo; qué hay que hacer?
3. Incluso el facilitador, docente o incluso un participante, puede dar un ejemplo de lo que hay que hacer para guiar la actividad y que no quepan dudas.
4. Haber sido lo más breve posible en explicar lo que se hará y comenzar. Es recomendable marcar tiempos con uso de cronómetro para su ejecución.
5. El facilitador o docente monitorea los grupos de trabajo para verificar que las instrucciones se están efectuando conforme a lo esperado.
6. Advertir al grupo que resta un minuto o dos para que el tiempo concluya.
7. Concluir la actividad para comenzar la plenaria.
8. Usualmente en la plenaria, el grupo siempre responderá las siguientes preguntas: ¿de qué nos dimos cuenta? ¿cómo se relaciona esto con el programa? Con base en esta experiencia ¿qué voy a hacer diferente en lo sucesivo (qué ratifico y qué rectifico)?
9. Finalmente el conductor emite sus conclusiones, las cuales pueden ser también enriquecidas con uno o dos personas que hayan tomado notas al observar la activación.
De esta manera provocamos en el grupo un estado de energía como fruto de una vivencia de aprendizaje clara, divertida y enfocada a objetivos y competencias del programa. Además los participantes quedan con dopaminas incrementadas, en palabras del Dr. José Cruz, la dopamina es la droga interna que me anima, se produce por el movimiento y la emoción que despierta un juego de interacción grupal bien ejecutado por el facilitador o docente.

1 comentario:

  1. Desde tiempos inmemorables se ha sabido que todos y cada uno de los seres humanos aprendemos mas fácilmente jugando, aún en la etapa de adultos cuando estamos frente al juego aunque ponemos resistencia éste nos incita a jugar, por ello es la herramienta mas utilizada por los docentes, aunque muchas veces los padres y representantes no lo vean así.

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